miércoles, 28 de mayo de 2008

El hambre al revés

Los recientes aumentos especulativos en los precios de los alimentos condujeron a una ola de hambre mundial que no tiene precedentes por su escala. La ausencia de medidas de regulación en esos mercados especulativos desencadena esta crisis. La volatilidad en los mercados alimentarios se debe sobre todo a la desregulación, la falta de control sobre los grandes agentes y la ausencia de la intervención estatal para estabilizar los mercados. En ese sentido, la disparada del crudo por encima de los 130 dólares en las últimas jornadas tiene su explicación exclusivamente en la especulación.

En el actual contexto, un congelamiento de la especulación en los mercados de alimentos de primera necesidad, tomado como una imperativa decisión política, contribuiría inmediatamente a bajar los precios de los alimentos. Nada impide hacerlo pero nada hace prever que se esté pensando en un cuidadoso conjunto de medidas en ese sentido. No lo que está proponiendo ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional.

La crisis alimentaria está ocurriendo mientras hay suficiente comida en el mundo para alimentar a la población global. El hambre no es la consecuencia de la escasez de alimentos sino al revés: en el pasado, los excedentes de alimentos en los países centrales fueron utilizados para desestabilizar las producciones de los países en desarrollo. Según la FAO, el mundo podría aún alimentar hasta 12 billones de personas en el futuro. La producción mundial de grano en 2007/2008 está estimada en 2108 millones de toneladas: un crecimiento de 4,7 por ciento comparado a la del 2006/2007. Esto supera bastante la media de crecimiento del 2,0 por ciento en la pasada década. Aunque la producción permanece a un nivel alto, los especuladores apuestan en la escasez esperada y elevan artificialmente los precios. De acuerdo con la FAO, el precio de los granos de primera necesidad se incrementó un 88 por ciento desde marzo de 2007.

Mientras los especuladores de gran escala se benefician de la crisis actual, la mayoría de los campesinos y agricultores no se benefician de los precios altos. La tierra se vuelve más cara. La especulación con la tierra agrícola va en aumento. Los desalojos a menudo forzados son la consecuencia. Los campesinos que se mantienen cultivan pero la cosecha a menudo ya está vendida al que presta el dinero, a la compañía de insumos agrícolas o directamente al comerciante o a la unidad de procesamiento. Aunque los precios que se pagan a los campesinos han subido para algunos cereales, ese aumento es muy poco comparado con los incrementos en el mercado mundial y a los ajustes que se han impuesto a los consumidores.

La especulación se aprovecha de la escasez relativa de los alimentos. Los vendedores mantienen sus reservas alejadas del mercado para estimular alzas de precio en el mercado nacional, creando enormes beneficios. Las multinacionales adquieren agresivamente enormes áreas de tierras agrícolas alrededor de las ciudades con fines especulativos, expulsando a los campesinos.

Fragmento del informe publicado en el suplemento "Cash" de Pagina/12 por Wim Dierckxsens

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