martes, 17 de junio de 2008

Efimero




El basural ondea a lo lejos, la blanca luz de la mañana esparce sus reflejos por cuantos papeles, plásticos y latas encuentra en su camino hacia occidente, detrás viene sol con su cresta calcinante pintando el cielo todo de azul, mientras que gigantes y resplandecientes montículos multicolores le dan la bienvenida. En el aire, miles de pájaros se agitan arremolinados como pañuelos puestos en orbita por el viento. y una brisa cargada de pestilencias llega acompañada por minúsculos enjambres de moscas, que impetuosas, vaticinan otro día de calor sofocante.
Adentro, ases de luz polvorienta se filtran entre las maderas del rancho, dibujando difusas rayas que insinúan en la oscuridad el cuerpo tendido del angelito. Un miserable y monstruoso lecho cobija el alma, intermitente como una luciérnaga, de Maurito. Sus ojos enormes miran el techo, buscan a su lado una imagen, y solo encuentran en un rincón la mirada acuosa del perro que entre el polvo y los gemidos se debate las pulgas y la sarna, allí no hay santos guardianes de espadas luminosas, ni madres vigilosas que a sus ojos lo emparen. Lejos están los señores doctores, neomercaderes de la salud, sentados en suntuosos consultorios decorados a colecciones de diplomas, listos ellos, con receta y lapicera en mano para direccionar a sus pacientes, que a falta de médicos domiciliarios se convierten obligatoriamente en pacientes a domicilio, pero mauro no tiene tiempo de ser direccionado, maurito se muere...
Gotas heladas se desmoronan continuamente através de las tablas en cámara lenta, como una bomba, caen dejando manchas redondas y obscurísimas en la tierra. Arriba, hace horas, el angelito dormita afiebrado. Aunque ya no siente aquellas agudas puntadas en la pancita, ahora parece sentirse atrapado bajo una bolsa invisible de arena y el peso del mundo le oprime el pecho, desesperándolo, dejándolo paralizado. De tanto en tanto algún moscón zumbante lo rescata de su medio sueño y se le cuela por los labios secos entreabiertos, la muerte le apunta al mismo agujero con su metralleta, pero maurito evita mirarla y se imagina una madre heroica que viene a salvarlo, una estudiante rubia como aquellas que tantas veces vio pasar desapercibido entre la basura de algún restaurante. El habría querido ser uno de sus hijos dorados, habría querido jugar a las figuritas en el colegio, o a la pelota en cualquier parte, sin preocuparse por llegar a casa y no encontrar nada, ni nadie. El nunca quiso lastimar a nadie, como su hermano que ahora estaba preso por matar a un hombre para robarle. Pero a esta hora el tiempo pasa rápido y ante la muerte, él se conforma con el odio y una de esas mujeres ajadas y harapientas de la villa como madre. En realidad no tiene demasiadas pretensiones, solo quiere alguien para llorarle, quiere un regazo humilde donde esconderse de la muerte que lo asusta.



El sol azotaba, como un romano impiedoso, la espalda descarnada del viejo cuando llegó empujando el carro. Las monedas tintinearon en su bolsillo y él, se las imaginó más brillantes de lo que en realidad eran mientras descargaba, siempre tambaleante, las bolsas de papeles. Entro a tientas en la tapera penumbrosa. Palpo en un rincón oscuro la botella escondida como un tesoro, luego abrió la tapa cuidadosamente, bebió un largo sorbo del agua ardiente que no llegaba a quemarle. Afuera, la ciudad se recortaba al fondo del basural, como una brumosa nave invasora.
Envuelto en una nube de polvo el viejo salio arrastrando los pies, se acomodo el carro y emprendió su marcha nuevamente hacia la nave sin ver que en el catre y llena de moscas, yacía la boca inerte de Maurito.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo raro es que lo leemos como parte de una novela o de una situaciòn ficticia,desde un punto que creemos inalcanzable, no nos llega mas que por medio de palabras.. pero esta realidad golpea a 10 min de casa...No se si lo que mas duele es que sea parte del mundo o que pasemos a su lado y nos comportemos de manera indiferente...Por lo menos Hugo nos mantiene con la mirada centrada en en lo concreto
Papavo, desde lo oscurito...

Hugo Tartar dijo...

Sinceramente no sé que es lo que podemos hacer, a veces me deprime mucho no encontrar caminos claros, simplemente desde mi microespacio me consuela tener boca para contarlo , para que quede siempre fresco y presente en mis pensamientos antes que dejar que pase desapercibido y termine naturalizandolo.

Anónimo dijo...

Eso es un poco lo que me pasa: me niego a naturaliZarlo..por el contrario, me parece aberrante la forma en que nos mantenemos al margen. No creas que es poco tu labor de comunicador, eso nos alienta a los mudos a sacarnos las mordazas y hacer saber que compartimos sentimientos.

Anónimo dijo...

desde donde se empieza a desentrañar la madeja? desde la educación, desde la política, desde la economía, desde la iglesia, desde la beneficencia, desde la conciencia popular, desde la filantropía, desde la confianza... desde todos juntos y a un mismo tiempo, se puede? estamos preparados?